Alfred Adler – Dr. Francisco Sosa – Psicoanalista.mx

Alfred Adler

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Un día como hoy nace:

Alfred Adler

(Viena 1870 – Aberdeen 1937)

Médico y psicólogo austríaco, fundador de la escuela de psicología individual

 

El que fue el primer gran disidente de la historia del movimiento psicoanalítico nació en Rudolfsheim, en el suburbio cercano a Viena, el 7 de febrero de 1870. De hecho, nunca adhirió a las tesis de Sigmund Freud, de quien se separó en 1911 sin haber sido, a diferencia de Carl Gustav Jung, el discípulo predilecto. Catorce años menor que el maestro, no buscó Reconocerlo como una autoridad paterna. Le atribuía más bien el lugar de un hermano mayor, y no mantuvo con él ninguna relación epistolar íntima. Los dos eran judíos y vieneses, y los dos provenían de familias de comerciantes que no habían conocido verdaderamente el éxito social. Alfred Adler concurrió al mismo Gymnasium que Freud, y realizó estudios médicos casi idénticos a los de este último. No obstante, como provenía de una comunidad del Burgenland, era húngaro, lo que lo convertía en súbdito de un país cuyo idioma no hablaba. Se hizo austríaco en 1911, y nunca tuvo la impresión de pertenecer a una minoría ni de ser víctima del antisemitismo.

Había sido el segundo de seis hermanos; era enfermizo, raquítico, y padecía crisis de ahogo. Además, tenía celos del hermano mayor, que se llamaba Sigmund, y estaba con él en rivalidad permanente, como más tarde con Freud. Protegido por el padre, rechazado por la madre y sufriendo por su lugar de hermano menor, siempre atribuyó más importancia a los vínculos de grupo y de fraternidad que a la relación entre padres e hijos. A sus ojos, la familia no era tanto el lugar de expresión de una situación edípica como un modelo de sociedad. De allí el interés que prestó al análisis marxista.

En 1897, se casó con Raisa Epstein, hija de un comerciante judío originario de Rusia. Ella pertenecía a los círculos de la intelligentsia y hacía alarde de opiniones de izquierda que la alejaban del modo de vida de la burguesía vienesa, para la cual la mujer tenía que ser en primer lugar madre y esposa. Por ella, Adler frecuentó a León Trotski (1879-1940) y, más tarde, en 1908, fue el terapeuta de Adolf Abramovich loffe (18831927), futuro colaborador de Trotski en el periódico Pravda.

En 1898 publicó su primera obra, Manual de higiene para la corporación de los sastres. Allí pintó un cuadro sombrío de la situación social y económica de ese oficio a fines de ese siglo: condiciones de vida deplorables, que entrañaban escoliosis y enfermedades diversas, ligadas al empleo de tinturas, los salarios de miseria, etcétera.

Como lo subraya el escritor Manès Sperber, su notable biógrafo y alguna vez discípulo, Adler nunca tuvo la misma concepción de su judeidad que Freud. Aunque no lo animaba, como a Karl Kraus y Otto Weininger, un sentimiento de “auto odio judío”, prefirió escapar a su condición. En 1904 se convirtió al protestantismo con sus dos hijas. Este paso al cristianismo no le Impidió seguir siendo toda su vida un librepensador, partidario del socialismo reformista.

Observemos que no lo ligaba ningún vínculo de parentesco con Viktor Adler (1852-1918), fundador del Partido Socialdemócrata Austríaco.

En 1902, después de haber conocido a Freud, comenzó a frecuentar las reuniones de la Sociedad Psicológica de los Miércoles, donde trabó amistad con Wilhelm Stekel. Durante nueve años permaneció en el círculo freudiano, en el cual dedico su primera comunicación, del 7 de noviembre de 1906, a “Las bases orgánicas de las neurosis”. Al año siguiente presentó un caso clínico; en 1908, una contribución a la cuestión de la paranoia, y, en 1909, otro aporte,

“La unidad de las neurosis”. En ese entonces comenzaron a ponerse de manifiesto divergencias fundamentales entre sus posiciones y las de Freud y sus partidarios. Se puede seguir la descripción de ellas en las Actas de la Sociedad, transcritas por Otto Rank y editadas por Hermann Nunberg.

En febrero de 1910, Adler dio una conferencia en la Sociedad sobre el hermafrotidismo psíquico. En ella subrayó que los neuróticos calificaban de “femenino” lo que era “inferior”, y situó La predisposición a la neurosis en un sentimiento de inferioridad reprimido desde la primera relación del niño con la sexualidad. La aparición de la neurosis era a sus ojos la consecuencia de un fracaso de la “protesta masculina”. Asimismo, las formaciones neuróticas derivaban de la lucha entre lo femenino y lo masculino.

Freud emprendió entonces una crítica del conjunto de las posiciones de Adler, reprochándole que siguiera apegado a un punto de vista biológico, que utilizara la diferencia de los sexos en un sentido estrictamente social y, finalmente, que valorizara en exceso la noción de inferioridad.

Observemos que hoy en día se vuelve a encontrar la concepción adleriana de la diferencia de los sexos en los teóricos del género.

El 1 de febrero de 1911, Adler volvió a la carga con una comunicación sobre la protesta masculina, cuestionando las nociones freudianas de represión y libido, que él consideraba poco aptas para explicar la “psique desviada e irritada” del yo en los primeros años de la vida.

De hecho, Adler estaba edificando una psicología del yo, de la relación social, de la adaptación, sin inconsciente ni determinación por la sexualidad. De tal modo se alejaba del sistema de pensamiento freudiano. Estaba basándose en las concepciones desarrolladas en su obra de 1907, Estudios sobre la inferioridad de los órganos.

La noción de órgano inferior existía ya en la historia de la medicina, donde numerosos Clínicos habían subrayado que un órgano de menor resistencia corría siempre el riesgo de ser la sede de una infección. Adler trasponía esta concepción a la psicología, para hacer de la inferioridad de tal o cual órgano la causa de una neurosis transmisible por predisposición hereditaria. Era así como aparecían, según él, enfermedades del oído en familias de músicos, o enfermedades de los ojos en familias de pintores, etcétera.

La ruptura entre Freud y Adler fue de una violencia extrema, como lo atestiguan los juicios Que emitieron, cada uno sobre el otro, treinta y cinco años más tarde. A un interlocutor norteamericano que lo interrogaba sobre Freud, Adler le afirmó en 1937 que ese hombre, de quien él no había “sido jamás discípulo, era un estafador astuto y maquinador”. Por su lado, al enterarse de la muerte de su compatriota, Freud escribió las siguientes palabras terribles en una célebre carta a Arnold Zweig: “Para un muchacho judío de un suburbio vienés, una muerte en Aberdeen es una carrera poco habitual en sí misma, y una prueba de su ascenso. El mundo lo recompensó real y generosamente por el servicio que le prestó al oponerse al psicoanálisis.” En “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico” (1914), narró de manera parcial Esta ruptura. Los partidarios de Freud aplastaron a los adlerianos, y éstos diabolizaron a los freudianos. Hubo que esperar los trabajos de la historiografía experta, en especial los de Henri F. Ellenberger, y después los de Paul E. Stepansky, para poder hacerse una idea más exacta De la realidad de esa disidencia.

En 1911 Adler renunció a la Sociedad de los Miércoles, de la que era presidente desde 1910, y abandonó la Zentralblatt für Psychoanalyse, que dirigía con Stekel. En 1912 publicó El carácter neurótico, donde expuso lo esencial de su doctrina y, un año más tarde, fundó la Asociación para una Psicología Individual con ex miembros del círculo freudiano, entre ellos Carl Furtmuller (1880-1951) y David Ernst Oppenheim (1881-1943).

Después de haber combatido en la Gran Guerra, Adler volvió a Viena, donde puso en práctica sus ideas, fundando instituciones médico-psicológicas. Reformista, condenó el bolcheviquismo, pero sin militar en favor de la socialdemocracia. En 1926 su movimiento adquirió una dimensión internacional, sobre todo en los Estados Unidos, único país donde tuvo una verdadera implantación. Adler comenzó entonces a viajar de manera regular a ese país, donde permanecía durante lapsos prolongados y daba conferencias.

En 1930 recibió el título de ciudadano de Viena, pero cuatro años más tarde, presintiendo que el nazismo iba a desencadenarse en toda Europa, pensó en emigrar a los Estados Unidos. Durante una gira de conferencias en Europa, mientras se encontraba en Aberdeen, en Escocia, se derrumbó en la calle, víctima de una crisis cardíaca. Murió en la ambulancia que lo llevaba al hospital, el 28 de mayo de 1937. Su cuerpo fue incinerado en el cementerio de Warriston, en Edimburgo, donde se celebró un servicio religioso.

 

 

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Francisco Sosa